Prueba Sherco ST Factory 300 2018

Sherco, con casi dos décadas a sus espaldas fabricando motos de trial, afronta en 2018 uno de sus años más importantes. Deportivamente es la primera temporada sin Albert Cabestany, su gran embajador desde 2004, y en la vertiente técnica tampoco estará uno de los artífices de la marca, Josep Rovira Paxau. El contexto de mercado tampoco pone las cosas fáciles a la marca hispano – francesa, ya que marcas como Gas Gas cogen impulso, a la par que otras como TRS y Vértigo se consolidan en el mercado como grandes rivales. Sin menospreciar, por supuesto, a las alternativas eléctricas para adultos.

Desde que Albert Cabestany llegó a las filas de Sherco siempre ha existido una variante más preparada en el catálogo de Sherco. Ha pasado por diferentes nomenclaturas, como Cabestany Réplica, R o más recientemente bautizada como Factory. En cualquier caso estamos ante un modelo «vitaminado» tanto en parte ciclo como mecánica que toma como base la gama Sherco ST 2018.

¿QUÉ HAY DE NUEVO EN LA SHERCO FACTORY 2018?

Mecánicamente nos encontramos con una nueva bobina de encendido en busca de un mejor rendimiento en la gama baja de revoluciones. También se incorpora una nueva culata con cámara de combustión intercambiable y un escape con geometría progresiva.
En la parte ciclo hay más novedades. Básicamente afecta al sistema de suspensiones, confiado a una horquilla Tech con doble regulación en el tren delantero y un amortiguador Reiger de dos vías en el trasero.

También se ha buscado ganar gramos a la báscula. Esto se ha logrado con nuevas pletinas de dirección, una placa cubre cárter aligerada y una corona diferente. Completan este versión Factory unos discos de freno Galfer y una decoración especial a la medida de este modelo.
La Sherco ST Factory 2018 tiene un precio de 7.412€ y está disponible en cilindradas de 125, 250 y 300cc.
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A LOS MANDOS DE LA SHERCO FACTORY 2018

Antes de entrar en harina nos ponemos en situación. El año 2010 es clave en Sherco, ya que su línea evolutiva deja paso a una versión disruptiva, alojando el depósito en la parte trasera e incorporando la caja del filtro debajo de la pipa de dirección. Teóricamente esto debería concentrar el peso del combustible en el centro de gravedad de la moto y aportar un aire más fresco al motor. En la práctica, más problemas que alegrías. En 2015 su hermana, la Scorpa, reaparecía en el mercado con el modelo Twenty tras varios años con una variante que devolvía al depósito a su lugar original. Un año más tarde Sherco se desdecía del camino iniciado en 2010 y heredaba la configuración de la Scorpa Twenty.

2017 fue otro año importante. Se incorporó, por fin, el embrague de diafragma, aportando a un motor de por sí muy completo, la virtud de que el piloto fuera capaz de administrar la potencia con más acierto y progresividad. Y es que la Sherco siempre se ha distinguido por ser una moto intuitiva y fácil de exprimir.

Parece sensato que la Factory 2018 no incorpore grandes modificaciones mecánicas respecto a la versión estándar, cuyas prestaciones son más que suficientes para un aficionado de cualquier nivel. Por tanto, lo verdaderamente importante es el trabajo realizado en la parte ciclo, donde destaca el amortiguador Reiger de dos vías. Este componente aporta, sobre todo, mayor capacidad de absorción en grandes impactos, más estabilidad y también la posibilidad de personalizar el comportamiento gracias a su doble regulación.
La horquilla Tech con barras de aluminio aporta un extra de aplomo y precisión al tren delantero. Es decir, te da ese extra de rendimiento que especialmente valorarán los pilotos más exigentes. En resumidas cuentas, este equipo de suspensiones aporta más rigidez respecto a la versión estándar; una rigidez traducida en sensaciones a más estabilidad y aplomo en cualquier ámbito de exigencia. En este punto, la línea por la que apuesta Sherco, va en consonancia con el resto de marcas rivales.
Por lo demás, la STF es una moto bien acabada, con componentes de primera línea y estéticamente agresiva, pero con toque de elegancia. Aspectos como la frenada o accesibilidad mecánica aprueban con nota en este modelo.

Con la colaboración de Guillermo Rodríguez y Motos Alfa

EN PRIMERA PERSONA

Personalmente tuve la oportunidad de tener una Scorpa Twenty durante una temporada completa. Una moto que sentó las bases de la Sherco que vemos en esta prueba y que me recuerda los valores inequívocos que caracterizan las motos fabricadas por Sherco con el sello de Paxau: buen motor, con mucho par y grandes bajos, pero fácil de conducir.
La Sherco es esa moto que cuando te subes tienes la sensación de que todo está en su sitio y funciona en perfecta armonía. El plus de suspensiones de la Factory es casi obligatorio si tienes un nivel relativamente importante, ya que las diferencias con el R16V son amplias en un contexto de alta exigencia.
Por otro lado, y esto es una opinión muy personal, siento que la Sherco es una gran moto, pero no termina conmoverme. Tienes la sensación de que todo va bien e incluso cuesta sacarle fallos. Sin embargo, si te pasa como a nosotros, que probamos todas las motos del mercado, encuentro a la Sherco es una moto muy completa, pero que no destaca especialmente con ninguna virtud concreta respecto a al grueso de sus rivales.
Probablemente Sherco no supo aprovechar como debía los años en que Gas Gas estuvo con las cadenas de montaje sepultadas, Ossa se venía abajo y marcas como TRS o Vertigo todavía no tenían credibilidad en el mercado como para conquistar al gran público. Ahora que todas, excepto Beta, Jotagas y Montesa, se han puesto las pilas y ofrecen gamas de altísimo nivel, es más complicado que una marca tan equilibrada y conservadora como la Sherco sea la niña bonita del mercado.
No obstante, y por ser constructivo, la Sherco sigue siendo una apuesta segura de contrastada fiabilidad. Por supuesto, recomendable y gran alternativa, especialmente para los más conservadores.