Beta Alp 200 prueba a fondo

beta alp 200

Hay que echar la vista muy atrás para recordar los orígenes del concepto Alp, cuando la filosofía de entonces era ofrecer al usuario una verdadera montura trialera con pequeños extras que aumentaban su confort en largos trayectos. Posteriormente, fuimos testigos de una evolución radical que sacrificaba gran parte de sus aires trialeros, a fin de satisfacer las necesidades del usuario mediante una mayor polivalencia dentro de un segmento que popularmente se ha denominado como trial excursión.
Si bien es cierto que ahora Beta tiene nuevos y grandes competidores en este segmento, como la renacida Ossa, que oferta la Ossa Explorer 280i -ver prueba aquí- o conceptos que también toman como base un motor de cuatro tiempos, como es la KTM Freeride 350 -ver prueba aquí-. Si bien es cierto que, además de las prestaciones, el precio de estos dos modelos es considerablemente superior. Las opciones más equiparables, por precio y prestaciones, sería la Gas Gas Randonné TX 125, también de cuatro tiempos, o también la Scorpa T-RIDE.
En esta ocasión, los técnicos italianos han buscado dar un nuevo impulso a un modelo que ya empezaba a acusar el paso de los años. Uno de los últimos cambios que ha recibido su mecánica 4T es la adaptación a las normativas europeas, para lo cual encontramos un silencioso dotado de catalizador, con unas dimensiones más generosas que recuerdan al de su hermana, la Beta Alp 400.
Otro de los detalles mejorados en la última evolución, que también afecta al rendimiento dinámico, fue la incorporación de un nuevo sistema de frenado firmado por Grimeca, dispuesto a cubrir las fuertes carencias del modelo anterior. También se trabajó sobre el tren delantero, donde la Alp recibió un disco de mayores dimensiones, complementado con una pinza de freno de cuatro pistones.

SENCILLEZ EN LA BETA ALP 200

Realmente el gran secreto de esta pequeña trail, es que no tiene secretos. Quizás la estética exterior, algo sobria y con ausencia de detalles puramente off-road, hace presagiar que se trata de una moto muy limitada. Sin embargo, una vez sentados sobre sus lomos, todo empieza a coger un color distinto. En general, sus dimensiones son bastante contenidas, con una altura al suelo muy razonable, y un detalle casi imprescindible hoy día: el arranque eléctrico.
Una vez accionada la llave de contacto, el sistema funciona siempre y cuando la pata de cabra esté recogida, o en su defecto, el embrague accionado. Superado este punto, comienzan a latir sus válvulas, con un sonido ronco y discreto a la vez. La suave respuesta de su mecánica 4T y la ausencia de vibraciones, hacen que la conducción sea más placentera, tanto por tramos de carretera como por montaña.
En asfalto se desenvuelve con soltura, pues el gran par de su motor, nos permite conducir en marchas largas alcanzando cruceros cercanos a los cien kilómetros por hora.
Por contra, sobre este terreno la Beta Alp 200 queda penalizada por unas suspensiones excesivamente blandas que provocan imprecisiones en las fuertes frenadas, y el hecho de contar con unos neumáticos ciento por ciento trialeros.
Una vez en su hábitat, esta pequeña doscientos saca a relucir su afán de diversión, proponiéndonos un reto: cuanto más abrupto sea el terreno, más te voy a sorprender. Y es cierto, sobre pistas amplias rueda sin problemas, pero donde las motos mayores que ella tendrían serios problemas, la Alp se permite el lujo de animarse a practicar trial “light”, pues tanto su parte del ciclo, como su par motor, invitan a entretenerse entre las piedras.

MOTOR BETA ALP 200 FIABLE Y PRÁCTICO

Mecánicamente, la llegada del catalizador ha mermó las prestaciones respecto a su antecesora, decreciendo la potencia casi un veinte por ciento.
El dato no es alarmante, pero su elevado peso final y la mayor capacidad de retención del escape, suponen un condicionante importante si vamos a rodar acompañados.
A nivel de suspensiones, en Beta encontraron la fórmula mágica que conjuga a la perfección el trial con el resto de especialidades. Su horquilla delantera Paioli con un tarado más bien blando, es perfecta para rodar en montaña, aunque sobre asfalto es fácil hacer tope con ella. Detrás el tacto es bastante más duro, debido a que en Beta han puesto a punto el amortiguador pensando en el peso extra del acompañante, originando a veces una sensación extraña por la descompensación entre ambos trenes.
Lo que sí ha mejorado con creces, es el rendimiento del sistema de frenado. En esta ocasión, el disco de mayores dimensiones y la pinza de cuatro pistones cumplen perfectamente su función, detrás todo correcto, sin cambios. En definitiva, por un precio económico podremos disfrutar de una moto tranquila, ecológica y con una amplia autonomía cercana a los cien kilómetros que nos hará disfrutar de la montaña con una nueva filosofía, pero sin límites.
Texto: David Quer / Fotos: Beta
 

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